Como dice una de mis canciones favoritas:
-
'Cause
it's a bittersweet symphony, this life
Try to make ends meet
You're a slave to money then you
die
I'll take you down the only road
I've ever been down
(Porque esta
vida es una sinfonía agridulce
Intenta
hacer que los extremos se encuentren
Eres un
esclavo del dinero y entonces mueres.
Yo tomaré el
único camino en el que siempre he estado)
-
I
am here in my mold
But I'm a million different people
(Estoy aquí
en mi molde
Pero soy un
millón de personas diferentes)
Nunca había
relacionado esta canción con estas personas hasta ahora. Me refiero a los
fotógrafos de guerra. No creo que “The verve” estuviera pensando precisamente
en ellos cuando escribieron esta canción, pero creo que si te pones a pensar y
escucharla atentamente, puedes crear esa relación. “Puedo cambiar” dice la canción,
y ese es el principal motivo por el que estas personas, que viven por y para la
fotografía, realizan su trabajo con tanto énfasis. Quieren mostrar al mundo las
injusticias que nuestros ojos no ven, el sufrimiento de las guerras
innecesarias sea cual sea el motivo. Pretenden denunciar estas crueldades y
mostrarlas de la mejor manera que saben hacerlo, y ésa es a través de su
objetivo. Quieren que todo eso cambie, termine definitivamente.
Pero, ¿Cuál es
la visión que la gente tiene de ellos?
Sino todos, casi
todos estos fotógrafos, han sido criticados por algunas de sus fotos. Algunos han
sabido afrontar esas críticas, y otros, desgraciadamente, han tenido un final
más trágico, como Kevin Carter, el fotógrafo que disparó la famosa fotografía de
la niña sudafricana y el buitre detrás de ella.
Hay
preguntas que se originan alrededor de este tema como: ¿Se aprovechan estos fotógrafos
de las desgracias ajenas para realizar su trabajo o su mejor trabajo? o ¿Son un
grupo de carroñeros que buscan el mejor ángulo para cazar a su presa?
Precisamente
“carroñero” es lo que tuvo que escuchar Robert Capa mientras tomaba fotografías
en Omaha de boca de un joven aviador por
la rabia que le produjo que fotografiara a sus compañeros muertos. Era normal
que este soldado pensase que Capa estaba sacando jugo a su trabajo gracias a
las heridas de bala y el sufrimiento que los demás estaban padeciendo. Pero, ¿no
es gracias a ese trabajo que la gente conoce lo que pasa fuera de sus fronteras? Ellos mismo se identifican con esas miles de personas, y al trabajar lo hacen con todo el respeto.
Como dijo
James Natchwey:
-Si la guerra niega la humanidad, la fotografía
podría concebirse como algo opuesto a la guerra.
Es un ingrediente muy potente en el antídoto
contra la guerra.
-Cuando alguien asume el riesgo de ir a la
guerra para mostrarle al resto del mundo qué es lo que pasa, está tratando de
negociar la paz.
Por eso, los señores de la guerra no
aprecian a los fotógrafos.
Todas estas
fotografías hacen reflexionar sobre el
valor que le damos a ciertas cosas, que en otras partes del mundo, en otras circunstancias,
no tienen ningún sentido… ¿Qué importa que no encuentres unas zapatillas que te
gusten? O ¿que no tengas dinero este mes para ir a tomar una cerveza con los
amigos?, cuando en otros países hay miles de personas muriéndose de hambre, o disparándose
cuerpo a cuerpo…
Estas fotografías
cumplen con su objetivo, si no a gran escala, por lo menos conciencian de muchas
cosas a una parte de la población.
Fotógrafo: James Natchwey
Fotógrafo: Joao Silva
Fotógrafo: Greg Marinovich
Las pocas
clases que hemos dado de toma fotográfica me han hecho ver la fotografía de
otra manera y aprender a valorar a todas esas personas que se juegan la vida
por ella, ya que a mí lo que siempre me ha gustado nunca ha sido muy
arriesgado, ya que son el retrato y la fotografía de paisaje.
Ahora que
está tan de moda la fotografía, que se encuentra en todos los rincones, en
todos los momentos…fotos con el móvil, fotos con la Tablet, fotos con cualquier
aparato que se encuentra en nuestras manos, es cuando más me doy cuenta que la
esencia de la fotografía reside en otro sitio: en el corazón y en el ojo del fotógrafo
que pone toda su alma en captar un momento mágico (triste o alegre) que jamás
se volverá a repetir.